El rincón de Salek

Hola, me llamo Salek y tengo 11 años.

Soy una niño saharaui que vive en los campamentos de Tinduf.

 

 

 

Os tengo que explicar cómo son los campamentos porque la gente que no ha ido nunca no se lo imagina. Vivimos en un desierto que está en Argelia. Los argelinos fueron muy buenos y nos dejaron entrar en su país, y nos dieron este trozo de su tierra cuando empezó la guerra contra Marruecos, para montar nuestras jaimas y salvarnos. Y desde entonces estamos aquí, hasta que podamos volver a nuestra tierra, al Sahara Occidental, cuando sea independiente. Aquí el desierto no se acaba nunca. En invierno hace mucho frío por las noches, y en verano mucho, mucho calor. Y como es desierto y no hay agua, pues hay muy pocos árboles, aquí no tenemos sombras en las plazas o en las calles como en España. Ni tenemos carreteras grandes, ni bloques. Aquí las casas son de arena y de una sola planta. No se nos ocurre vivir unos encima de otros, ¡si tenemos espacio!

Me acuerdo la primera vez que vi un bloque de pisos, cuando fui con mi familia española a Sevilla, a casa de los abuelos. Viven en un edificio grande que tiene varias plantas. Y ellos viven en la 4ª planta. La casa no es muy grande, y tienen todo junto: el baño, la cocina, las habitaciones…. No es como aquí en los campamentos, que tenemos siempre el baño aparte, en otra casita y la cocina también, y en cada casa vive una familia. Además nosotros tenemos las jaimas que son enormes, y puede entrar mucha gente a visitarnos y a tomar el té.

Mi familia española vino hace poco a los campamentos y lo pasaron genial, aunque creo que les pareció todo muy raro, como me pasó a mí la primera vez que llegué a España, que no entendía lo que me decían porque no sabía español, y tampoco entendía algunas cosas que hacían. Pero después me acostumbré, aprendí más palabras y fue todo más fácil y divertido, sobre todo los días que íbamos a la piscina, ¡porque allí también hace calor! ¡Pero hay piscina! Mi familia española vive en Marinaleda, un pueblo muy bonito, lleno de olivos que dan muchas aceitunas y aceite. Me encanta porque hay muchos árboles y el campo huele tan bien… Y las casas no son como en Sevilla, son más bajitas y blancas. Y los niños juegan en la calle como en los campamentos. El verano pasado me caí un montón de veces cuando jugaba, y una vez que me caí muy fuerte fui al médico y me curó y me puso una venda. Se me curó muy rápido, menos mal. En los campamentos también tenemos médicos y hospitales, pero no nos podemos curar todo allí porque les faltan cosas para ayudarnos. Mi prima Sabah se fue el año pasado a España para curarse de una cosa peligrosa en los oídos. Y ya está mucho mejor. Creo que si estuviéramos en nuestro país, no necesitaríamos la ayuda de las familias españolas, porque en el Sáhara hay playas, montañas y muchas cosas para vivir bien.

En los campamentos vivo con mi padre, mi madre y mis 3 hermanas. Mi hermana mayor, Warda, trabaja en la Casa de la Mujer. Es muy buena, guapa y divertida y me está enseñando a hablar mejor español porque ella ha estudiado en Cuba. También me enseña a bailar, pero los bailes que aprendió allí! Salsa, cumbia… jejeje! ¡Dice que allí se lo pasaba genial! Aunque a mí me gusta más el fútbol, la verdad, y soy más bueno jugando con la pelota que bailando. Luego está mi madre, que se llama Jadiyetu. Trabaja repartiendo agua con un camión por las dairas de la wilaya. Aquí no nos sale el agua de los grifos como en España. Aquí la metemos en tanques y luego la cogemos para lavarnos, para cocinar, para beber… Y cuando queda poca mi madre se recorre la wilaya con el camión y reparte agua a todas las familias. Y después está mi padre que también es conductor, pero él no reparte agua, él lleva a la gente que viene de las ONGs de una wilaya a otra, Él va en el jeep todo el día. Ellos no saben conducir por el desierto ¡se pierden! Como no hay señales, ni carreteras no saben para dónde tirar. No tienen el “GPS saharaui en el cerebro” como dice mi padre.

Y mis hermanas Mariam y Mahmudda y yo, pues vamos a la escuela. La escuela es divertida, pero solo a veces. Lo mejor son los partidos de fútbol en el recreo. Pero bueno, está bien porque aprendemos cosas y estoy con mis amigos. Aprendemos a escribir el árabe, a hacer sumas, restas y divisiones, aprendemos la historia del Sahara y de otros países y también un poco de español y francés. Pero lo que más me gusta es estudiar las plantas y los animales, porque aquí hay tan pocas… hay talhas, que es un árbol muy bonito pero aquí en los campamentos no hay muchas, hay más en el Sahara, en los territorios liberados, Bir Lehlu, Tifariti, Mehairis… Y animales tampoco tenemos muchos pero tenemos algo que seguro que en España no hay: ¡los camellos! Claro, ¡allí no hay desierto! Mi tío cría camellos y vende la carne, que luego con el cous cous está buenísima.

Yo nunca he ido a los Territorios Liberados ni al Sahara. Mi padre tiene una hermana que vive en Mehairis, en los Territorios Liberados, y no hemos ido porque está un poco lejos pero papá dice que vamos dentro de poco para que la conozca. Allí sí puedo ir, pero al Sahara Ocupado no. Mi madre tiene a su hermana en El Aaiún Ocupado. Se separaron hace mucho tiempo, cuando la guerra con Marruecos, y no se ven desde entonces… Yo no la conozco, ni a mis primos. Seguro que algún día puedo ir, ahora Marruecos no nos deja porque ellos mandan allí. Mamá dice que los primos y la tía van a venir pronto, pero no sé por dónde, porque en el Sahara está el muro con muchas minas, y es muy peligroso, ¡no se puede cruzar! Está lleno de minas que explotan si las pisas, y están los militares marroquíes con fusiles, y no dejan pasar a nadie. ¡Qué ganas de conocerlos! Desde que se fue el tío Salama, otro hermano de mamá. Desapareció en la guerra y no sabemos dónde está. Mamá se pone muy triste cuando habla de él. Aunque la vida es muy difícil aquí, todo es más fácil cuando me río con mi madre y hablamos del Sahara, que es pre que pronto volveremos al Sahara, y nos reiremos mucho allí también, pero con más fuerza porque estaremos otra vez en nuestro país.